Llegó la hora. El mini-bus que nos llevaría hasta Besisahar
nos esperaba en la puerta a las 8:30 horas. Una vez desayunados y subidas las
mochilas en la baca del vehículo comenzamos el viaje.
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Mini-bus hacia Besisahar |
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Arrozales |
En salir de la ciudad
tardamos unas dos horas, y el paisaje cambió transformándose en montañas
verdes, arrozales sin fin y carreteras de infierno rodeando barrancos. El viaje
completo duró unas 7 horas hasta que llegamos a Besisahar. Una vez allí y
muertos de hambre decidimos entrar en el primer sitio que vemos y pedir unas
cervezas con sus correspondientes platos de
momos, que aun no habíamos probado.
La verdad que es el mejor sitio donde probamos los momos en todo Nepal. Para
aquellos que vayan a hacer el mismo recorrido el bar se encuentra justo a la
entrada del pueblo en el mismo sitio donde en teoría te dejará el mini-bus, es facil de reconocer, no tiene
puertas y sus paredes son de un verde chillón.
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Cerveza gorkha en Besisahar |
Una vez satisfechos y refrescados con la cervecita, por
cierto de la marca Gorkha muy fuerte al paladar la verdad, decidimos ir en
busca de nuestro siguiente transporte. Nuestra intención es llegar a Syange y
son las 18:00 horas, así que ya estamos hechos a la idea de que llegaremos de
noche. Buscamos y no hay manera de encontrar a nadie que vaya en esa dirección,
y de repente, sorpresa!!! un chico sentado en un jeep desde la ventana nos
pregunta en que dirección vamos, y si!!! vamos en la misma!!! subimos al jeep
tras el correspondiente regateo por 45.000 rupias, y para nuestra sorpresa resulta
que ya había alguien dentro, nosotros éramos 6 personas así que intentamos
entrar todos juntos, pero era imposible hacer un viaje de más de cuatro horas
en esas condiciones, por lo que decidimos o nos bajamos, o subirnos al techo,
¿los voluntarios?, José Antonio y Adriana. Tras una
tortura de viaje llegamos a
Syange a eso de las 22:30 horas y entramos en el primer guest-house que vemos,
nos duchamos y preparamos para cenar, unas cervecitas recordando el viaje y a
dormir que mañana nos espera el primer día de caminata que según la guía loneny
de Carlos será de unas siete horas.
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Salida de Syange |
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Una de las cascadas del camino |
Bueno ya estamos listos, desayunados tras una hora y media
de espera para que nos sirvan, nos echamos las mochilas al hombro y con el stick
de senderismo en la mano nos disponemos a empezar a caminar. Nada más salir del
pueblo vemos una cascada enorme que la cruza y que rompe en el rio Marsyangdi
que nos acompañará durante la mayor parte del trekking.
Cuando llevábamos casi una hora caminando, nos encontramos
con que el camino comenzaba a subir, Amineh y Azziz decidieron por motivos
personales volver sobre sus pasos, y nosotros continuamos con la subida hasta
que llegamos a un desvío pasado una central eléctrica. Teníamos dos opciones,
seguimos por la carretera o no adentramos por el sendero.
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Aldea |
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Puente colgante |
La decisión fue
seguir el sendero y dejar la carretera empedrada. No nos equivocamos, cuando
llegamos a lo alto encontramos un tea-house, donde paramos a tomar un té
mientras observábamos unas vistas maravillosas. Todo era verde, muy verde, las
montañas estaba cubiertas por árboles y plantas tan frondosos que no dejaba ver
ningún camino salvo la carretera. Y la cascada bajaba como un hilo blanco en
picado haciendo escalones de unos 6 metros hasta tocar la orilla del rio.Después de relajarnos ante tal espectáculo decidimos
continuar. Descendimos la subida que nos llevo a la cascada y volvimos a la
carretera, continuamos hasta llegar a Chamje, una vez pasado el pueblo volvimos
a abandonar la carretera y nada mas adentrarnos en el sendero nos encontramos
con el primer puente colgante que teníamos que cruzar para alcanzar la otra
orilla. La experiencia de cruzarlo fue increíble, el agua rujia bajo nuestros
pies con tanta furia que el ruido ya asustaba, y cuanto más cruzabas y más
alejado estabas de la entrada más lejos veías la salida. Pero en realidad esa
fue la primeras sensaciones, ya que eran puente muy seguros. Cruzado uno,
cruzados todos.
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Vistas del camino |
Una vez pasado el puente volvemos a subir por un sendero
empedrado húmedo y resbaladizo, algunos eran autenticas cascadas. Seguíamos el
sendero junto al rio, cruzando caídas de agua que al final terminaban en el
propio sendero haciendo de él una bajada natural para el agua hacia el rio.
Entre tanta agua nos preocupaba el contacto con las tan temidas sanguijuelas,
mirábamos cada rato hacia nuestras piernas. Sorpresa!!! mi primera sanguijuela
estaba subiendo por mi bota en busca de la sangre jugosa y caliente de mi
pierna!!! la cogí justo a tiempo y con el stick me la arranqué de la bota.
Comenzó a llover e intentado olvidarnos del cansancio y de nuestras nuevas
compañeras de viaje, seguimos ascendiendo hasta que justo en lo alto nos
encontramos con la puerta que nos
mostraba la entrada a nuestro destino, el pueblo de Tal.
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Sendero hacia Tal |
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Entrada a Tal |
Cuando llegamos a la
puerta el paisaje cambió, no porque dejase de verse verde, sino porque el
pueblo no se encontraba al borde del barranco, estaba en un valle. El río lo
bordeaba por su lado izquierdo y por su lado derecho había un acantilado desde
donde bajaba la cascada mas alta y grande que habíamos visto. La verdad que no
hay palabras para describir lo que sentimos cuando llegamos agotados y vimos que nuestro primer destino era tan
hermoso, y sobre todo pensando, que nos esperaba más allá.
Una vez acomodados en el guest-house Peaceland, decidimos ducharnos
comer algo y dar una vuelta para ver la aldea. Pero aún nos esperaba una
sorpresa más. Adriana al quitarse la bota observó que el calcetín estaba
manchado de sangre...¿de dónde venía? Una de esas amiguitas del camino, le
entro dentro de la bota y se le había agarrado al tobillo.
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Vistas con Tal al fondo |
Gracias que al
quitarse la bota tiró de él y ya no estaba pegado a la piel, se soltó solo y
estaba en el suelo de la habitación retorciéndose. Tras el mal trago, pasado el
dolor y ya con fuerzas renovadas tras el almuerzo paseamos por la aldea, que
solo tenía una pequeña estupa y algunas casas de piedra, todo lo demás eran
guest-house. Nos sorprendió bastante que fuéramos los únicos visitantes en Tal,
no vimos a ningún trekker, ni en Tal ni en el camino, por lo que llegamos a la conclusión
de que como la mayoría llevaban guías o porteadores, estos los guiaban
directamente por la carretera sin desviarse por los senderos. Nos pareció una
pena, puesto pensábamos que el camino original que conducía a las aldeas cuando
no existía la carretera era por medio de senderos, así que nos alegramos de
haber decidido desviarnos de la carretera.
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Guesthouse en Tal |
El día pasó rápido y a eso de las 19:30 horas cuando
comenzaba a anochecer ya empezaba a notarse el frio de la montaña. Decidimos
cenar caliente y acostarnos pronto. Mañana era uno de los días más duros del
trekking, y teníamos que estar al 100%.
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