Nos levantamos temprano, la noche anterior,
pedimos el desayuno para que estuviera listo a la hora de levantarnos y no
perder demasiado tiempo. Una vez preparados nos encontramos en la puerta del
guest-house, nuestro próximo destino Chame. Solo podemos decir una cosa, fue
una etapa muy dura, el paisaje era parecido al de los días anteriores, aunque
menos húmedo, y al menos ya no llovía.
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Salida a Chame |
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Puesto ACAP Adriana con la niña del agua |
Después de nuestro encuentro y tras una hora
más de camino llegamos a un puente de madera, lo cruzamos y ahí teniamos la pendiente de la que nos hablaba la guia, comenzaban los 500 metros, subimos, subimos y subimos, pero cuanto más subíamos
más impresionantes se nos hacían las vistas. Mientras subíamos podíamos ver
como el río serpenteaba entre las laderas de los barrancos y se veían las pequeñas
aldeas junto a su orilla, de repente el paisaje cambio y empezaron a aparecer
pinos, estábamos cerca de la corona forestal.
Cuando llegamos a Chame ya eran las 19:30
horas y habíamos andado cerca de 12 horas. Estábamos exhaustos, cansados solo pensábamos
en llegas al guest-house comer y dormir. Para nuestra sorpresa nos quedamos en
un guest-house donde las habitaciones eran pequeños bungalows, pero mala noticia
no había electricidad, cosa que nos dio igual puesto que tenía ¡agua caliente! Después
de la ducha cenados y como nuevos nos acostamos.
Manaslu (8.156 m) |
Llego la mañana me levante y hacía frío, un
frío helado de montaña, abrí la cortina del bungalow y allí estaba la octava
montaña más del mundo, Manaslu con 8.156 metros de altitud. Llamé a Adriana que
aun estaba dentro de la habitación y nos quedamos contemplándola en silencio
durante unos minutos. Una vez
repuestos nos dispusimos a terminar de recogerlo todo y a desayunar antes de
salir, las clásicas pan chapati con su masala tea.
Dejamos a Chame y al Manaslu detrás y nos
dirigimos hacia Gyaru. Aunque la etapa es igual que las anteriores el cuerpo ya
empieza a estar acostumbrado al dolor y el cansancio, camina por sí solo. Como
comenté anteriormente el paisaje cambia y se convierte en un camino seco
rodeado de bosques de pinos las altas montaña rodean los valles y empezamos a
encontrar las primeras plantaciones de cereales y diversas verduras. Cuando
llegamos a Upper-pisang nos planteamos
dos alternativas. Seguir la carretera de tierra hacía Hume, o subir hacia unos
3700 metros de altura, donde se encontraba la aldea de Gyaru. No queríamos un
viaje por carretera así que decidimos adentrarnos por el sendero y subir a
Gyaru. Comenzamos el camino bastante llano entre pinares hasta que paramos para comer una chocolatina y coger fuerzas, ya que nos esperaba una buena subida.
Mientras estábamos sentados observábamos como las nubes se iban disipando y
dejaban ver algo del Annapurna II (8.091m). Continuamos caminando y comenzamos
la subida, fue dura muy dura, Adriana ya no podía mas con una ampolla que le había
salido en el pie y terminó los últimos metros subiendo con las chanclas, ¡¡¡a
lo nepalí!!!, pero sin duda mereció mucho la pena. Cuando llegamos nos
encontramos con un pueblo de casas de piedra de cuyas esquinas colgaban las
características banderas coloridas de oración. Nos adentramos en el pueblo y
desde el primer guest-house nos salió una mujer mayor que nos dijo si coméis
aquí no pagáis alojamiento. En el pueblo no había nadie más que nosotros así
que decidimos quedarnos en ese mismo. Cuando entramos se trataba de una casa
antigua de madera y piedra, nos dieron unas habitaciones que tenían unos
ventanales impresionantes que daban justo al Valle de Pisang con los Annapurnas
detrás, las vistas eran impresionantes.
Gyaru. Comenzamos el camino bastante llano entre pinares hasta que paramos para comer una chocolatina y coger fuerzas, ya que nos esperaba una buena subida.
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Paisaje hasta Gyaru |
Adriana en chanclas |
Pedimos la cena, aprendimos a pedir mucho
antes para no esperar así que nos fuimos a dar una vuelta por la aldea mientras
se preparaba la cena, aprovechamos para hacer algunas fotografias y conocer a algún
aldeano, que incluso a Adriana le regalo una flauta hecha con una pajita de
trigo. Y, por fin la cena, nos sentamos a la mesa y a comer. Este guest-house
se llama yakRu, y lo recomendamos 100% es el más autentico en el que estuvimos
durante todo el trekking, estaba regentado por una señora mayor y su hijo Raju
a quien veis en la fotografía.
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Yakru Raju con nosotros Vistas desde Yakru |
Pues nada una vez cenados solo quedaba
acostarse y prepararse para el día siguiente. Nos espera Manang!!!!
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