jueves, 23 de abril de 2015

De Gyaru a Manang. 05 de Septiembre.

Aún no había amanecido cuando sonó el despertador, eran alrededor de las seis de la mañana, las ventanas que no tenían cortinas dejaban ver la oscuridad, pero mientras nos vestíamos la luz comenzó a aparecer en el Valle de Pisang y entonces el cielo se hizo fuego y los picos blancos de los Annapurnas comenzaron a arder. El color rojo del cielo en contraste con el blanco de los picos nos regaló una visión realmente conmovedora y que sin duda no olvidaremos en la vida, así que sentados mirando hacia ellos disfrutamos de unos segundos de paz más cerca del cielo.
      Annapurna amaneciendo                                          Calles de Gyaru                              Nosotros con Rayu regente del guest 
Nos despedimos de Gyaru con melancolía, aun no lo sabíamos pero ese pueblo iba a marcarnos para el resto del viaje. Caminamos por la ladera de una montaña sin mucha arboleda dejando atrás los picos nevados hasta que llegamos a una pequeña aldea desde la que pudimos ver el pueblo de Hume, el ultimo antes de llegar a Manang. 

Un poco de meditacion

En la aldea junto a un pequeño templo conocimos a un monje extranjero que nos habló en español. Nos contó que vivió algunos años en Benalmádena, en la época hippie, y que llevaba varios en Nepal. Nos despedimos de él no sin darnos algún consejo para el camino y seguimos por el sendero que salía de la aldea. Comenzamos el descenso por el lado del río, dejando la carretera para hacer el camino original por un pequeño sendero hasta llegar a un bosque de pinos, lo cruzamos y nos sorprendieron los campos de arroz y de unas verduras de color con tallos de color rosado que aun nos preguntamos que era.


Con nuestro sabio amigo
Ya quedaba menos para llegar a Manang pasamos el cruce que nos llevaría al Ice Lake (4.600m) y si seguíamos la vista del camino que te lleva al lago pudimos ver un monasterio budista en lo alto, solitario, observando sosegado el caminar de los peregrinos que buscan el fin de la etapa. Seguimos caminado rodeados de cultivos hasta que tras un repecho llegamos a la puerta de Manang. 
Manang es un pueblo dividido en dos, por una parte puedes ver las casas de los lugareños apartadas del camino y pintadas bajo la cordillera de la montaña. Por otro lado se encuentran los guesthouse junto al camino que lleva a Thorung Pedi. Cuando decidimos en que guesthouse quedarnos tuvimos la oportunidad de observa el “gran glaciar”, bajaba por la ladera de las montañas nevadas, la visión era impresionante,  aun haciendo calor al medio día el hielo se mantenía firme. La colada del glaciar bajaba hacia un lago, al siguiente día tuvimos la oportunidad de tocar sus aguas congeladas.
Puerta de Manang y su glaciar
Una vez dejadas las cosas en el guesthouse decidimos ir a comer el famoso chuletón de yak!!!! Llevábamos varios días a base de una dieta compuesta fundamentalmente por arroz y vegetales. Queríamos carne!!! Y queríamos comer mucha!!! Carlos abrió la guía de viaje, ¿que nos decía? Recomendaban 100% un lugar una especie de restaurante llamado Yak-Karka llegamos nos sentamos a la mesa, bastante sucias por cierto y decididos pedimos cuatro chuletones de yak. No comimos más que en ese sitio y no puedo decir si la carne de yak es como la que probamos, pero en este sitio nos pusieron una especie de solomillo de una carne dura y lleno de nervios, imposible de masticar. A ninguno nos gusto la experiencia por lo que no volvimos a pedir más esa carne. Pero si queréis decir “una vez comí carne de yak” pues no tendréis más remedio que pedirla, así que a entrenar las mandíbulas!!!
Tras el chasco de la carne decidimos volver al hostel y descansar. Durante la comida decidimos que al día siguiente subiríamos a ver el monasterio Praken Gompa, que se encuentra a 3965 metros, veríamos el glaciar de cerca.

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