martes, 18 de octubre de 2016

30 días en Tailandia; Del 4 al 6 de sep


Cuando preparábamos el viaje una de las cosas que teníamos muy claras era que queríamos vivir una experiencia totalmente asiática, y qué mejor forma que viajar en tren.
Relax en el viaje

El tren hacia Kanchanaburi, nuestro siguiente destino, partía a las 7.45 de la mañana (sólo hay dos trenes, ese y otro a las 13.30 horas). Así que nos levantamos temprano, agarramos un taxi, y le indicamos la dirección de la estación de trenes. En este punto nos dimos cuenta que, o los tailandeses no nos entendían o nosotros no los entendíamos, porque sin darnos cuenta nos encontramos en otra estación que nada tenía que ver con el nombre que nosotros le habíamos dicho, en fin buscamos otro taxi e intentamos explicarnos mejor. Llegamos como 20 minutos antes de que pasara el tren hacia nuestra dirección, por lo que aprovechamos para hacer unas compras en el mercado que hay enfrente, alguna fruta y vuelta al tren. Subimos y disfrutamos del viaje al 100%, hasta hicimos amigos, o nos vieron con cara de hambre porque unas señoras que estaban sentadas justo al lado no paraban de ofrecernos comida, que con gusto aceptamos.
Con nuestro nuevo amigo
Cuando llegamos a Kanchanaburi pese a nuestras amigas, seguíamos teniendo hambre, así que nada más bajarnos del tren buscamos donde comer, pero la estación no estaba cerca de ningún lado, por lo que nos subimos a un taxi que nos dejó cerca de la estación de bus y del mercado central. El mercado está justo al lado de la estación, recomendadisimo y si encontráis el pequeño restaurante de un señor que en principio parece malhumorado, sentaos y comed, tenéis que disfrutar de su sopa de noodles con cerdo crujiente.
Después de un desayuno de campeones nos pusimos en marcha y buscamos el bus hacia el Parque Nacional de Erawan.
El bus que nos llevará a Erawan
Era fin de semana y sabíamos que el Parque estaría a tope, puesto que
los locales suelen ir a pasar el domingo, pero nuestra idea era dormir en el parque para levantarnos temprano y estar solos durante la excursión de las cascadas.
Nuestro bungalow en el parque
Tardamos casi tres horas en llegar a Erawan nuestras sospechas se cumplieron, cuando llegamos el parque era un hervidero de motocicletas y buses turísticos. En la sección de información del parque nos informaron de precios y optamos por un bungalow para cuatro personas que resultaron ser dos habitaciones distintas, nos costó 1200 bath (unos 30 euros) pero viendo el enclave donde se encontraba mereció la pena.
Dejamos las mochilas y nos fuimos a dar un paseo para ver alguna cascada de las cercanías y la verdad que nos decepcionó bastante, aunque seguro que mañana será diferente.
Que no nos pillen!!!
Pasamos la tarde hasta que llegó la hora de acostarse tomando unas cervezas tapadas con papel de revista, que en un principio entendimos que serían para que no se calentara la lata, pero luego nos dimos cuenta que no se podía beber alcohol en el parque por lo que sacamos una nueva teoría más conspiranoica.
Nos levantamos bien temprano, no queríamos encontramos con nadie, queríamos caminar solos, escuchar y sentir la naturaleza. Comenzamos por un sendero bien marcado que luego se convertiría en un sendero casi sin señalizar, pero que es muy difícil perderse. Las primeras cascadas no nos llamaron mucho la atención parecían preparadas para divertimento de turistas presurosos y locales tranquilos. Conforme subíamos en altura llegamos a un mirador donde pudimos disfrutar de una vistas increíbles, fuimos conscientes de la espesura de la selva, subimos vadeando el río y llegamos a la última cascada, la más hermosa sin duda, fue un espectáculo que mereció la pena el calor sofocante y el esfuerzo de la subida.
Las aguas de un azul celeste se encontraban con unas rocas blancas erosionadas a su antojo.
Última cascada 
Decididos a meternos en el agua y nos dimos cuenta que en su interior se encontraban unos peces más que gigantes, que curiosos se acercaban nada más meter los pies, pero te querían comer el pié!!!
De allí salimos pitando nada más ver a los primeros rusos acercarse a la última cascada, el parque comenzó a llenarse, incluso nos encontramos a un grupo de indios que estaban rodando una película o anuncio versión Bollywood, llevaban hasta un equipo de música. Arrancamos en el primer bus que salía hacia Kanchanaburi y nos dirigimos hacía el centro, donde encontramos “cerca” del famoso puente sobre el río Kuwait, un complejo de bungalow donde solo quedaban las habitaciones más baratas, no eran de la mejor calidad pero estaban sobre el río, esta noche dormiremos sobre el río Kuwait. Paseamos y nos acercamos a ver el puente, cenamos y conocimos a nuestro amigo Paco, un tailandés muy simpático que nos ayudó a encontrar transporte para llegar a la estación, ya que teníamos que volver a Bangkok, para desde allí poner rumbo a Sukhothai y sus ruinas misteriosas.
Puente sobre el río
Nuestra casita sobre el río



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