miércoles, 18 de abril de 2018

30 días en Tailandia; Del 15 al 19 de sep

Llegado el cenit del viaje nos dispusimos a cambiar Norte por el Sur del país, así que cogimos un avión dirección Krabi.
La llegada a Krabi dirección Railey fue como todo en Tailandia, pensamos que seria fácil después de llegar al aeropuerto pero la cosa se complicó cuando una vez que llegamos al puerto principal pensamos en quedaros en Tonsai un pequeño pueblo de Railley donde las cabañas de madera eran la mejor atracción turística. Para llegar a Tonsai solo teníamos que caminar por una larga playa y cruzar con marea baja hacia la otra, justo donde nos quedaríamos, pero para nuestra sorpresa la marea estaba muy alta y la única solución era, bordear la zona por un sendero salvático subiendo una colina, bajarla y por fin llegar a Tonsai así lo hicimos después de jurar que no volveríamos a cruzar por ahí, el calor unido con el alto porcentaje de humedad fue insoportable. Una vez nos acomodamos en nuestros bungalow de madera, nos dirigimos hacia la playa donde disfrutamos de unas vistas espectaculares, la marea ya baja nos permitió pasar al otro lado y dar un buen paseo por la larga playa, vimos a los primeros escaladores, ya que esta zona es muy frecuentada por escaladores, después nos sentamos en una de las terrazas de un local donde un ingles muy simpático nos dio conversación durante un buen rato, allí esperamos el atardecer.

Simplemente felices

Anochecer en Tonsai
Nos dimos cuenta que Krabi y Tonsai ya no daban para nada más, así que decidimos salir de allí al día siguiente para continuar viendo otras zonas. Cuando llegamos a las afueras de Krabi se nos planteó un problema. A Lolo y María les quedaban pocos días en Tailandia y querían conocer las islas del este, y nosotros teníamos ganas de bajar un poco mas al sur sin salir del oeste, así que aquí nuestras aventuras volvieron a separarse, Lolo y Maria pondrian rumbo Koh Pangang y nosotros rumbo a Koh Lanta.

Después de casi 6 horas de viaje llegamos a Koh Lanta, la isla se puede decir que estaba desierta y en los bungalows que alquilamos nuestra única compañía era un perro, pero estábamos tan a gusto que allí nos quedaríamos los siguientes cuatro días.
Koh Lanta en realidad son dos islas, por un lado tenemos a Koh Lanta Noi al Norte que está unida por un puente con Koh Lanta Yai, al Sur. El primer día lo dedicamos a descansar, cervecita comida y playa. El mar en esta época del año no esta muy agradable en la isla para bañarse, pero ya tendríamos tiempo para baños mas adelante. Al día siguiente nos levantamos temprano para con una moto recorrer la costa oeste de la isla hacia el Sur de Koh Lanta Yai, la isla donde estábamos durmiendo. Aunque en el mapa parece una isla pequeña no lo es para nada, y en ella puedes encontrar tanto selvas frondosas como playas de ensueño. El día no acompañaba pero montados en la moto se agradecía el aire fresco, aprovechamos para desayunar en uno de los numerosos puestos que había a uno y otro lado de la carretera y justo cuando salíamos nos encontramos con el primer lagarto gigante cruzando tranquilamente la carretera, durante un tiempo fue al único autóctono que vimos hasta que comenzaron a aparecer monos por todos lados, cruzaban la carretera como un peatón mas. Cuando ya llevábamos unos kilómetros nos desviamos hacia unas cuevas que estaban cercanas a la costa y que uno por unos pocos BTH podía visitar con guía incluido, pero cuando llegamos el guía aun no había llegado así que decidimos dejarlo para el final del día. Partimos en dirección sur pero decidimos cruzar la isla hacia la parte Este, ya que según algunas guías al otro lada había un pueblo local donde la comida era muy rica, sin duda tienen razón, paramos a comer en un restaurante donde los únicos sentados eramos nosotros con unas vistas espectaculares de la bahía. Old Town Pier es un pequeño pueblo pesquero con un par de calles que dan al mar donde algunas casas se sustentan sobre columnas dentro del agua. Nos encantó y mas su comida basada en pescados con curry.
Con el único cliente del Guesthouse



Pescado con curry
Vistas desde la Bahía
Templo chino junto al mar

Ya con el estomago lleno tras dar una vuelta por el pueblo, al que le vimos un toque chino como en Pai, tenia su propio templo junto al mar, nos pusimos rumbo de nuevo hacia el Sur. Por el camino discutimos si volver o no a la famosa cueva, entre que si y que no, al final volvimos a la cueva, cosa de la que nos arrepentiríamos. En principio todo fue bien, seguimos al guía por un pequeño sendero por la selva hasta llegar a un río donde se podía leer en grande MAIKAEO CAVE PARK, a partir de aquí empezaron las complicaciones, nosotros viendo que el guía iba en chanclas, como nosotros, no le dimos importancia a la ruta, pero cuando nos hizo subir por una cuerda casi escalando por medio de una cascada del río, se nos cambió la cara, ésto era mas peligroso de lo que pensamos, con esfuerzo, entre resbalones y casi caídas llegamos a la entrada de la cueva, cuando ya pensamos que todo había acabado vino lo mejor, o lo peor, alumbrados con una sola linterna para los dos sin cascos, en chanclas y con un guía que iba a su propio ritmo, empezamos a cruzar por escaleras y puentes de bambú, no, puentes de un solo tronco de bambú, que se alzaban en pozos en los que no se veía el fondo y solo se escuchaba el agua caer hacia el infinito, medio cagados de miedo cruzamos como pudimos algunas veces pensando en darnos la vuelta, hasta que llegamos al final del recorrido y todo cambió, un pasadizo de paredes enormes se alzaban hacia arriba sin poder ver el propio techo de la cueva, un espectáculo para los sentidos, el guía nos dijo que apagáramos la luz para escuchar y sentir la oscuridad total fue impresionante.  Bueno y a ahora la vuelta, será por otro camino, pensamos, pero no era por el mismo, cuando salimos el guía nos llevó a ver una cueva mas pequeña donde se podía ver murciélagos pegados a la pared, esta no era tan impresionante pero se me quedó grabado algo que me dijo Adri con cariño, "tú entra si quieres pero como se te cague un murciélago encima yo no te voy a quitar los gusanos que se te peguen a la piel", creo que en venganza por lo que acabábamos de pasar, ya que la idea de ir a la cueva fue mía. La vuelta fue mas tranquila por un sendero entre arboles que estaban siendo desangrados para sacarles la salvia. En resumen, nos gustaría dar un consejo, y es algo que aprendimos ese día, no entréis nunca en una cueva con chanclas. 

Sendero hacia la cueva, antes de llegar al río

Murciélagos cagones.

Dentro de la cueva

Después del susto continuamos dirección Sur y recorrimos las playas de esta zona, no hay mucho que contar salvo que puedes encontrar playas inmensas en las que estuvimos absolutamente solos. Ese día ya no dábamos para más así que nos volvimos a nuestra cabañita y disfrutamos tranquilamente de una Chang, porque en Koh Lanta también hay momentos para el relax.

Estuvimos ahí
Vistas en el paraíso
Baño en solitario
Puestos en el camino de vuelta
Momentos de relax

Al día siguiente decidimos cambiar de ruta e ir a visitar la zona Este de la isla, subiríamos al Norte y bajaríamos por la costa hacia el Sur para luego cruzar la isla por el interior y volver por donde el día anterior. Según la mayoría de información que encontrareis en Internet Koh Lanta es una de las pocas islas de Tailandia que aun mantiene su estilo de vida local, dejando un poco de lado la parte mas turística de la isla, es decir existen pequeños pueblos a lo largo de la costa y el interior que aun mantienen su encanto y cultura tradicional, por lo tanto dispuestos a descubrirlo nos pusimos en marcha. al norte e la isla no hay mucho que ver salvo el puerto y algunas playas que dan al mar. Continuamos nuestra excursión y volvimos a cambiar la carretera por una pista de tierra que esta vez nos llevaba hacia el interior de la isla con la intención de hacer un paseo por la jungla bordeando un río hasta una cascada que por lo visto era impresionante.  De camino al inicio del sendero, nuestra alegría paso a tristeza y luego a rabia, ya antes de adentrarnos junto a la carretera había muchos locales donde se ofertaban excursiones por la selva montados en elefantes, nosotros no queremos nada con este tipo de atracciones, ya que como sale continuamente en la televisión los pobres elefantes son obligados y maltratados para hacer que un Farang (es la forma despectiva que tienen los tailandeses de llamar a los extranjeros, sobre todo a los rubios borrachos) se ría mientras se tambalea encima del pobre animal. Los elefantes atados con cadenas a lo largo del camino fue una imagen desoladora, delgados, con las orejas negras, lagrimas en los ojos y la mirada perdida, nos hizo pensar que el ser humano no tiene piedad, ni moral y el dinero todo lo puede, tristemente.  Cuando llegamos a la entrada del sendero que te llevaba a las cataratas el paisaje cambio y nos adentramos en una jungla verde y frondosa, pero a los pocos minutos de caminas empezó a caer una lluvia torrencial que hizo darnos la vuelta por donde vinimos sin embargo lo poco que vimos mereció mucho la pena. 

Después de unas playas más y una cena homenaje a la isla que tanto nos había gustado con su correspondiente papaya salad nos fuimos a la cama pensando que al día siguiente dejaríamos la isla en dirección a la costa este de Tailandia, pero lo que no sabíamos es que el día siguiente nos traería algunas sorpresas.

Sendero del río
Green Papaya Salad

Cuando nos levantamos fuimos directamente para hablar con el encargado de la recepción de los bungalows y le preguntamos como podríamos irnos a Koh Tao, sin necesidad de hacer escala en ningún sitio, en principio nos llevamos un chasco porque para nuestra sorpresa lo primero que nos dice es que ese día era imposible hacer ese viaje ya que los minivans que recogen a la gente salen a las 5 o 6 de la mañana, por lo que ya íbamos tarde, así que no nos quedaba mas remedio que esperar al día siguiente. En un principio nos quedamos pensando de que ya poco nos quedaba mucho por hacer en la isla pero nos enteramos de que desde el puerto salen excursiones que te llevan a otras islas mucho mas pequeñas y alejadas para hacer snorkell y tomar el sol en arenas blancas paradisíacas. Así que por un día quisimos hacer de guiris y nos apuntamos a una. Nos montaron en un barco con unas 50 personas de las cuales 40 eran asiáticos con afán de protagonismo y ganas de hacer mil selfies en diferente posturas y paramos en la primera playa, 2 minutos duró la vista por el horizonte se asomaba una nube negra que amenazaba con un huracán, en 30 segundos después de chispear un poco comenzó un viento fortísimo y una lluvia que parecía que el mundo se fuera a acabar, pero pasado 35 minutos bajo unas sombrillas dejó de llover y volvió a salir el sol, y de allí a otra playa donde en teoría disfrutaríamos de aguas cristalinas y una comida buffet, la comida no estuvo mal pero lo de agua cristalina dejemos lo, la cosa es que no tuvimos muy buena suerte, pero como dicen, al buen tiempo buena cara, por que los siguientes días en Koh Tao y Koh Pangang harían que nos olvidáramos de este. 

Al mal tiempo buena cara.

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